Mayúsculas

 

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Minúsculas

 

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Signos             Nexos

 

 

 

Escritura alemana: Derivada de la francesa.

Escritura cortesana: Derivada de la de albalaes.

Escritura francesa: La introducida en España a finales del s. XI.

Escritura procesal: Generalizada en las escribanías

Itálica: Similar a la actual.

Privilegios o albalaes: Documentos reales solemnes.

 

 

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Mayúsculas

 

 

 

 

A. Presenta en la escritura francesa del siglo XII dos formas: Una propia del carácter capital, constituida por trazos rectos (A), y otra uncial, compuesta de líneas curvas y parecida a la a minúscula de imprenta (a). Ambas admiten algunas variantes que no modifican esencialmente su figura.

 

La primera se presenta generalmente constituida por dos trazos que forman ángulo agudo, sin trazo horizontal que los una (A), según era usual entre los romanos (I). A veces, sin embargo, tenía el travesaño central, ya formado por una sola línea recta, o por dos en ángulo obtuso, cuyo vértice se dirigía hacia la parte inferior.

 

La segunda A solo se modifica en cuanto a la longitud de sus perfiles de arranque y de terminación, y a la mayor o menor curvatura de sus trazos. Su origen es también romano. Aparece en los códices unciales desde el siglo III, generalizándose en los siguientes y conservándose después, casi hasta fines de la Edad Media.

 

En el siglo XIII siguieron usándose las mismas A en unión de nuevas formas de esta letra, que se generalizaron, entre otras la de la escritura de privilegios, y mas tarde de la alemana, parecida a nuestra A mayúscula de imprenta, con un trazo horizontal sobre su vértice y otros dos respectivamente colocados en sus bases.

 

La segunda figura de las A del siglo XIII de la lamina, no es de uso tan general, y tiene los mismos caracteres con que aparecía esta letra en la escritura uncial romana antes de adoptar la forma redondeada.

 

Esta misma forma, con su perfil inferior vuelto a arriba y de derecha a izquierda, comenzada usarse en el siglo XIV. Las dos que siguen, formada una sin levantar la pluma en una sola línea tres veces ondulada, y la otra por tres trazos, de los cuales el grueso izquierdo no llega a tocar al superior de la letra, se generalizaron en el siglo XV.

 

La variedad de A que se observa en los documentos de los siglos XVI y XVII, permite reducirlas a cinco tipos principales, que son los que se incluyen en la tabla de alfabetos. Las tres primeras son derivadas de las anteriormente descritas, y la cuarta no es sino la minúscula de mayor tamaño. Todas ellas se usan en las escrituras cortesana y procesal; la ultima, además, en la letra de juros y en la itálica.

 

La A parecida a la nuestra manuscrita, es propia de esta escritura.

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B. La B es de las letras que menos alteraciones han sufrido en su estructura. Su forma es común a la escritura capital y a la uncial, y casi constante en los siglos XII al XVII. So hay que destacar que la figura de la b minúscula, de mayor tamaño, hace frecuentemente, en especial durante los siglos XVI y XVII, funciones de mayúscula. La B parecida a nuestra manuscrita, apareció con la escritura itálica y se uso a veces en la procesal.

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C. La figura romana de esta letra, idéntica a la que actualmente se emplea en la tipografía, fue la usual en los siglos XII y XIII. Desde la segunda mitad de este siglo experimento algunas modificaciones, consistentes, en tener una línea arqueada cerrando su abertura, o en admitir uno o dos trazos verticales en su centro. La primera de estas modificaciones adquirió permanencia en la escritura de privilegios y en la alemana.

 

En los siglos XVI y XVII, además de la primera figura que hemos descrito, se hizo frecuente en los documentos escritos en las letras cortesana, itálica y procesal la C con la mitad de su arco bajo la caja del renglón.

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D. Tuvo esta letra tres distintas figuras en el siglo XII: una propia de la escritura capital, otra de la uncial y otra mixta de ambas.

 

La primera se asemejaba a nuestra D mayúscula de imprenta, y procedía de la usada por los romanos desde los tiempos más remotos.

 

La segunda, constituida por una especie de O que ocupaba la caja del renglón, de cuyo vértice superior partía en dirección hacia la izquierda un trazo ligeramente encorvado, tiene también origen remoto, siendo característica de los escritos unciales desde el siglo III.

 

La tercera participa de los caracteres de las dos anteriores, teniendo su remate superior oblicuo con respecto al trazo vertical.

 

Estas mismas formas de la D siguieron usándose en los siglos XIII al XVII, sin mas variaciones que los trazos de adorno que solían acompañarlas en la escritura de privilegios, y el mayor redondeamiento que tenían los trazos superiores de la uncial en la alemana, y de la capital en la itálica y procesal, resultando en estas últimas en el siglo XVII con figura muy parecida a la D de nuestra actual escritura española.

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E. Las diversas formas de esta letra en el siglo XII, pueden reducirse a dos tipos principales: el genuino de la escritura capital (E) y otro propio de la uncial, constituido por una curva en figura de C, con una línea horizontal en su centro. Los dos están tomados de la escritura romana.

 

En el siglo XIII siguieron usándose ambas formas en los documentos de letra francesa, pero en los de escrituras de privilegios y de albalaes se generalizaron algunas modificaciones de la E uncial, que principalmente consistían en duplicar o triplicar el trazo principal. En la escritura alemana se uso la E uncial con un trazo cerrando su abertura. En la cortesana de los siglos XIV y XV y en la procesal de este último se adoptaron las E nº 7, 8, 9 y 10, también unciales en su origen.

 

En los siglos XVI y XVII, continuó el uso de la E con las formas dichas, y con otras dos algo parecidas a nuestra E mayúscula manuscrita. Al mismo tiempo, en la escritura bastarda se renovó el uso de la E capital, pero generalmente prolongándose en dirección hacia la izquierda su trazo horizontal superior.

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F. De las dos formas principales que tiene esta letra, ambas de origen romano, la del carácter capital (F) y la uncial de trazos curvos y prolongada por la parte inferior de la línea del renglón, predominó la segunda en los siglos XII al XV. Sus variantes son numerosas, aunque no alteran su forma esencial.

 

En los siglos XVI y XVII, las formas con que aparecía esta letra eran las mismas de la escritura minúscula, aunque sin que entre unas y otras hubiese otra diferencia que su respectivo tamaño.

 

En la escritura bastarda de estos siglos se uso la F capital, volviéndose al primitivo tipo romano, pero modificado el trazo superior que se prolongaba hacia la izquierda.

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G. Las dos formas con que se presenta esta letra en la escritura del siglo XII, derivadas ambas de la romana, siguieron usándose hasta el siglo XV, sin otra modificación que tener en su centro uno o dos trazos verticales, en las escrituras llamadas de privilegios y de albalaes.

 

En los siglos XVI y XVII se usa la G con forma de c con sus extremos volteados, semejante a nuestra mayúscula manuscrita, o con la figura propia de la escritura capital romana (G).

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H. Las dos formas de la H romana, capital (H) y uncial (h), se usaron en los documentos del siglo XIII.

 

En los posteriores a este siglo predominó el uso de la forma uncial.

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I-J. Hasta el siglo XV no hay distinción en la escritura entre estas dos letras. Las dos formas usadas para designarlas son I, J, capital la primera y uncial la segunda. Esta última es la predominante. Ambas tienen su origen en la escritura romana.

 

En los siglos XVI y XVII, se estableció diferencia en cuanto a la manera de expresar gráficamente ambos sonidos, usándose la I uncial mas o menos prolongada y volteada en su terminación, para indicar el sonido de la i, y de la misma letra con una inflexión en su centro, para designar la j. La forma de estas letras es la misma que se observa en la escritura minúscula, sin más diferencia que ser de mayor tamaño.

 

En el siglo XVII y en la letra itálica, se vuelve a usar la I capital para la vocal, y se introduce una nueva forma de J, la mayúscula, que aun se conserva en nuestra bastarda española.

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K. La figura de esta letra (K] apenas presenta variación alguna en los documentos españoles. Se compone de un trazo perpendicular a la caja del renglón y de mayor altura que el resto de la letra, y de dos líneas en ángulo obtuso, cuyo vértice esta unido a dicho trazo. Los dos lados del ángulo terminan en curvas, el superior hacia adentro y el inferior en dirección contraria, en la misma forma que los arcos de nuestra R.

 

El uso de la K, de aplicación frecuente en los siglos XII y XIII, decayó en los siguientes.

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L. En los siglos XII al XV, presento dos formas esta letra: una capital, como nuestra moderna (L); y otra, de uso más frecuente, de carácter uncial, cuyo trazo primero estaba encorvado, y que presentaba el aspecto de un 2. Una y otra tienen precedentes en la escritura romana.

 

En los siglos XVI y XVII, son tres sus formas: la capital, ya descrita, la cual no se generaliza en los documentos hasta finales del periodo paleográfico; la uncial ya descrita, aunque con su curvatura en sentido inverso, y otra de figura parecida a nuestra L manuscrita moderna, la cual predominó sobre las otras en la escritura procesal.

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M. En los siglos XII al XV, presenta cinco formas: una, tomada de la escritura capital romana, y cuatro, derivadas de la uncial.

 

La primera, idéntica a nuestra M versal, fue de muy limitado empleo en los documentos. Su uso es tan antiguo como la escritura romana.

 

La segunda, imitación de la uncial que aparece en los códices romanos, es la más usual en los diplomas, y alterna en ellos con la cuarta.

 

La tercera y quinta, de igual origen que las anteriores, se usaron en las inscripciones y en algunos documentos, desde el siglo XIII.

 

En los siglos XVI y XVII, volvió a tener la M la figura capital, si bien con sus trazos arqueados, y como aún la usamos en la escritura bastarda española.

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N. La N presenta en los documentos de los siglos XII al XV las dos formas que le eran peculiares en la escritura romana, capital (N) y uncial (n). La primera aparece generalmente con su segundo trazo vertical prolongado por la parte inferior y terminando en un perfil, y tiene su línea central con tan poca oblicuidad, que en muchas ocasiones casi es horizontal y da lugar a que se confunda esta letra con la H.

 

En los siglos XVI y XVII, además de estas figuras de la N, aparece la que actualmente usamos en la escritura española.

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O. Apenas varió la figura de esta letra en los siglos XII al XVII. Solamente en la usada en la escritura del siglo XIII y XIV con un rasgo o dos en su centro, y la de forma parecida a una C, que en principio de palabra se observa a veces en los documentos en escritura procesal.

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P. A dos se reducen las seis principales formas de esta letra, usadas en los siglos XII al XV. La capital (P) y la uncial, cuya curvatura ocupa la caja del renglón y cuyo trazo recto se prolonga por debajo de este. La segunda tuvo mayor uso. Las dos están tomadas de la capital y de la uncial romanas.

En los siglos XVI y XVII, la forma uncial es como la minúscula, abierta por la parte superior, y la capital prolonga su arco hacia la izquierda.

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Q. A dos, ambas de origen romano, se reducen las formas de la Q en los documentos de los siglos XII al XVII. La capital (Q) y la uncial (q). Alternando con ellas, se uso una Q que mezclaba caracteres de una y otra, tomando su forma de la uncial y su tilde de la de forma capital.

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R. Apenas se separo esta letra del tipo romano hasta el siglo XIV, en el cual empezaron a usarse las R sexta y siguientes, las cuales se generalizaron en la escritura cortesana y más tarde en la procesal.

No es raro ver usada esta R en el centro de las palabras haciendo funciones de r doble.

En los siglos XVI y XVII, alternó esta forma de R con otra análoga a la que tiene a la actual española.

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S. La forma que hoy usamos para la S apenas varió en los siglos XII al XVII. Solamente existe una variante que desde el siglo XIV alternó con ella, es la S en forma de C propia de las escrituras cortesana y procesal. Su uso llego hasta el siglo XVII.

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T. Las formas que esta letra había tenido en los escritos romanos, capital y uncial, se usaron en los documentos españoles de los siglos XII al XVII, predominando la segunda.

En los siglos XVI y XVII, se uso además la T con forma parecida a la de una j.

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U-V. No hay diferencia en el uso de estas letras en la Edad Media y en los primeros años de la Moderna. La U tuvo generalmente forma uncial en los siglos XII al XV, y la V, la forma capital, pero con su trazo izquierdo sobresaliendo del resto de la letra.

En los siglos XVI y XVII, además de estas formas, comenzaron a usarse las genuinas del alfabeto romano (U - V), especialmente en la escritura itálica o bastarda.

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X. Las formas de esta letra apenas se diferencian de la X romana, de la que deriva, sólo en la mayor curvatura de sus trazos y en la prolongación que el segundo de estos suele tener por bajo de la caja del renglón.

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Y. De escaso uso, esta mayúscula, tiene, generalmente, la forma uncial romana (y) en los documentos anteriores al siglo XVII. En este siglo alterna esta figura con la capital romana Y.

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Z. Semejante a la que suele aparecer en los manuscritos romanos, aparece en los documentos de los siglos XII y posteriores con sus trazos encorvados. A veces termina por debajo de la caja del renglón por medio de una caída curva.

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Minúsculas

 

 

 

 

a. En los documentos de los siglos XII y XIII, se parece a nuestra a minúscula tipográfica, pero más angulosa.

A finales del siglo XIII, y en la escritura de albalaes, aparece redondeada y de figura semejante a la de nuestra cursiva (a).

 

En el siglo XIV, siguieron usándose las a descritas, y además otras tres nuevas; dos de ellas, derivadas de la escritura de albalaes ya dichas, y otra, derivada de la genuina francesa, de mayor altura y mas angulosa que esta.

 

En el siglo XV, comienza a usarse, alternando con las anteriores, una a constituida por dos curvas cóncavas unidas por su extremo superior.

 

En el siglo XVI, la forma de la a admite todas estas variantes.

En el XVII, la forma predominante es la de nuestra a, muy ancha en la escritura procesal y más estrecha en la bastarda.

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b. Esta letra, también originaria de la escritura romana, adoptó en los siglos XII y XIII, la figura de nuestra b tipográfica.

Desde el siglo XIV, empezó a curvarse su trazo recto, y con esta forma se conserva en los siguientes.

En la escritura procesal del siglo XVII, alcanzó una anchura desproporcionada.

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c. En los siglos XII y XIII, tiene forma igual a la moderna. En los dos siglos siguientes, además de esta forma presenta otra angulosa, semejante a una r. En los siglos XVI y XVII, además de las descritas se usaron otras con su trazo de arranque muy prolongado, para facilitar el ligado en la escritura cursiva.

 

La c con cedilla de los siglos XV y XVI, tiene mayores dimensiones que la letra a que acompaña.

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d. Tiene dos formas en la escritura del siglo XII: una, parecida a nuestra d; y otra, semejante en todo a la uncial que hemos descrito al hablar de las mayúsculas. Ambas son de origen romano.

 

En el siglo XIII, se usa la d con las mismas dos formas, pero la segunda comienza a aparecer con su trazo superior volteado hacia el exterior o hacia el interior de la letra; circunstancia que se hace aun más perceptible en la escritura de los siglos XIV, XV, XVI y XVII.

 

En estos dos últimos se usaron también como minúsculas, una d parecida a la nuestra mayúscula manuscrita y otra d sin volteo alguno.

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e. Derivada de la uncial romana, con su trazo recto, horizontal u oblicuo, se uso en los siglos XII al XV en forma muy parecida a la de nuestra e.

En el último de estos siglos comenzó a escribirse esta letra en forma de curva espiral, de simple o de doble volteo, especialmente para los casos en que designaba la conjunción copulativa.

En los siglos XV al XVII, además de estas diversas formas, presenta otras dos muy singulares; una, angulosa con un trazo de arranque que parte desde la línea superior de la caja del renglón en dirección perpendicular a su base, y otra, que es como la a de doble curva de la misma época, pero con una pequeña tilde horizontal.

En la escritura bastarda la forma predominante fue la de nuestra e moderna.

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f. En el siglo XII, tiene forma muy parecida a la f moderna tipográfica. En el XIII, sin dejar esta forma, la modifica prolongando generalmente su trazo principal por bajo de la línea del renglon.

En la escritura de este mismo siglo comenzó a aparecer la f de doble trazo, que continúa usándose en los siglos XIV y XV.

En los dos siglos siguientes se hizo mucho mas cursiva y de figura parecida a la de nuestra y minúscula manuscrita.

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g. Apenas presenta variación en los documentos de los siglos XII al XV; hallándose formada por una especie de c con su trazo superior prolongado horizontalmente, al cual se une cerrándolo, un rasgo vertical que al prolongarse mas abajo de la línea del renglon, gira en arco hacia la izquierda.

En el siglo XVI, además de esta forma, ofrecen los documentos otras dos: una abierta por la parte superior y algo semejante a una y, y la otra que a veces se confunde con una de las formas de la p procesal. Esta última fue casi exclusivamente usada en la escritura procesal del siglo XVII.

En la itálica, la g tema la misma forma de nuestra g moderna.

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h. Los documentos de los siglos XII y XIII tienen una forma parecida a la minúscula de imprenta, prolongándose a veces el perfil final por bajo de la caja del renglon.

En los siglos siguientes, solía redondearse su trazo superior, formándose un ojo con su volteo, y prolongarse desmesuradamente su caída.

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i-j. Hasta el XV se usaron indistintamente la i y la j; ambas de forma parecida a las nuestras de imprenta (i, j) pero sin puntos y sin el volteado de la j en su caída. En los siglos XVI y XVII, tiene la misma forma la i, prolongándose generalmente más su caída y admitiendo en esta formas angulosas. Las j son parecidas al guarismo 3 con su remate volteado y cruzando sus trazos principales.

En estos siglos se generaliza el uso de puntuar la i.

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k. La forma de la k minúscula es idéntica a la mayúscula de los siglos XII y posteriores.

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l. En el siglo XII, era como la nuestra cursiva de imprenta. En los dos siglos siguientes, comenzó a redondear su astil por la parte superior, hasta el punto de llegar a cerrar el volteo, constituyendo un ojo en los últimos anos del siglo XIV.

En los siglos XV al XVII, el perfil de arranque suele estar excesivamente prolongado, cuyos trazos mediano y grueso están unidos, usándose además las que carecen de volteo superior y solo constan de trazo grueso, y otras semejantes a nuestra l manuscrita.

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m-n. Formadas por tres y dos trazos gruesos, los cuales se relacionaban entre si por medio de perfiles finos, presentan en los documentos de los siglos XII y XIII forma parecida a la nuestras m y n, con la diferencia de sen mas angulosas y de tener en la base de sus trazos pequeños perfiles oblicuos.

La angulosidad aumento desde los últimos años del siglo XIII, observándose en los documentos escritos desde esta fecha hasta el XVI, que los perfiles de unión parten de la base de cada trazo a la cima del siguiente.

En el siglo XVI, comenzaron a hacerse de forma mas redondeada y a establecerse la unión por medio del perfil en el punto mas alto de la letra; caracteres ambos que adquirieron permanencia en el siglo XVII.

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o. La figura actual de esta letra (o) estuvo en uso en los documentos de los siglos XV al XVII. La o, abierta por su parte superior, se usó en la escritura desde el siglo XIV.

En los siglos XVI y XVII, se generaliza para los escritos procesales una o de forma parecida a una c, usándose comúnmente en el principio de la palabra, prolongándole su perfil inferior, para que sirviese de trazo de arranque a la letra siguiente.

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p. La forma que presenta esta letra en la escritura del siglo XII (p), no desaparece en los posteriores, pero progresivamente fue haciéndose menos frecuente su uso, al mismo tiempo que se generalizaban las p con su caída arqueada, desde el siglo XIII; y con esta caída cerrada y constituyendo, desde el XIV, un ojo.

En la escritura procesal de los siglos XVI y XVII, presenta también otra forma, cuyo trazado se asemeja al de una x cerrada por sus extremidades de la derecha, y cuyo perfil inferior izquierdo se prolongase por debajo de la línea del renglon.

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q. De forma igual en el siglo XII a la tipográfica moderna, fue curvando cada vez más su caída en los siglos sucesivos, hasta el punto de que en las escrituras cortesana y procesal llega a envolver por completo la letra, sirviendo de trazo de unión con la u que la sigue.

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r. En la escritura francesa de los siglos XII y XIII, tiene dos formas: una, parecida a la de nuestra minúscula, y otra, parecida a un 2.

Ambas se usaron hasta el siglo XV, pero la primera fue aumentando progresivamente su trazo recto vertical.

En los documentos de los siglos XIV, XV y XVI, se ve con frecuencia una r de forma angulosa y larga caída, que con su tilde forma una especie de cruz.

Además en los siglos XVI y XVII, se hizo de uso muy frecuente la r en forma de z derivada de la segunda de las formas que tenía en la escritura francesa.

En la escritura bastarda de los siglos XV y XVI, presento la primitiva forma (r), que todavía subsiste.

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s. Tiene dos formas en la escritura francesa del siglo XII: una, que es la mas usual, parecida a una f sin tilde horizontal, y otra, como la actual minúscula de imprenta.

De ambas se derivan las múltiples formas con que en los siglos

Sucesivos se presentan las s, prolongando sus trazos o redondeándolos para facilitar el cursivo de la escritura.

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t. En los siglos XII y XIII, tenía una forma parecida a la moderna; pero sin que su trazo vertical sobresaliera del horizontal.

Desde el siglo XIV, además de esta f, se uso otra en que si se cruza.

El empleo de ambas formas alterna en los documentos de los siglos XIV al XVII, aunque predominando la ultima.

En los siglos XVI y XVII se hizo uso también de la t con forma parecida a un 2, o parecida a una j.

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u. De trazos gruesos, unidos por perfil muy fino hacia el tercio inferior de la altura del renglon en la escritura francesa de los siglos XII y XIII.

En la de albalaes de este siglo comenzó a hacerse angulosa y continuando hasta el XV, formándose los enlaces desde el extremo inferior del trazo izquierdo al superior del derecho, lo que hace que se confunda con la n.

En los siglos XVI y XVII se puso corrijen estos defectos, aunque incurriéndose a veces en el opuesto de hacer demasiado curvilínea la u, y formar sus enlaces por el punto mas elevado de la letra y en la forma que se acostumbra actualmente con la n.

En la escritura bastarda de los siglos XV al XVII, la figura de la u no tiene ninguna de estas imperfecciones, siendo igual al moderno carácter de letra española.

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v. La figura de esta letra apenas tuvo variación en los siglos XII al XVII, presentando en todos ellos su extremidad izquierda mas prolongada que la derecha. En la v de la escritura bastarda, ambas tienen igual altura.

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x. En forma análoga a la nuestra cursiva (x), siendo muy frecuente que su extremo inferior izquierdo se encuentre prolongado hasta más abajo de la línea del renglon.

En los siglos XV al XVII estuvo muy en uso el cerrar esta letra por la parte de la derecha, uniéndose sus perfiles superior e inferior.

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y. Las únicas diferencias que presenta la forma de esta letra en los siglos XII al XVII consisten en su caída, de formas rectilíneas en la escritura francesa, y curvilíneo en las escrituras cursivas que de ella se derivaron y especialmente en la

Cortesana y procesal.

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z. Angulosa en la escritura francesa, donde tiene figura parecida a la de nuestra z, fue redondeado su trazado en los siglos siguientes, al mismo tiempo que prolongaba su caída, apenas perceptible en aquella.

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ABREVIATURAS

 



abbª

audiencia

algºs, algªs

algunos, algunas

allde

alcalde

Alonso

Br

Bachiller

ca

carta

carta, cebada

cligo

clérigo

dho

dicho

Dr

Doctor

dro

derecho

dsps

después

escno

escribano

espal

especial

García

gnal, gral

general

gra

gracia, García

grrs

Gutiérrez

h

he

iahn

Jaén

iglia

iglesia

ihuxpo

Jesucristo

Juan

john

Johan

Juº

Juan

l

le

, Ldo

Licenciado

m

me, maravedí

M.P.S.

Muy poderoso señor

María

magt

magestat

mana

manera

mced, md

merced

Md

Madrid, merced

Mi

Mari, Martín

migl

Miguel

min

Martín

mines, ms

Martines

maestro, monasterio

mrs

maravedís

mt

majestad, Martín

ne

nombre, notifiqué

ne

nombre, notifiqué, notifique

notio, notº

notario

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notificación

nro

nuestro

obpo

obispo

oms

omes

presº

presentó

quis, quiºs

quinientos

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recibí

re

recibí

rs

Rodrígues

S.C.R.M.

Sacra católica real majestad

escribano

spoval

Cristóbal

st

sant

testimonio, testigo, Toledo, trigo, Toribio

toldo, tldo

Toledo

tºs

testigos

tpo

tiempo

tra

tierra

u

un

V.A.

Vuestra alteza

V.E.

Vuestra excelencia

V.M.

Vuestra majestad o merced

V.S.

Vuestra señoría

villa

Vallid

Valladolid

vecº

vecino

vecino

vºs

vecinos

vro

vuestro

vte

veinte

cristo

xpiano

cristiano


 

 

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SIGNOS

 

 

con

et, é

maravedí

medio

 

NEXOS